Dulce despedida

Esta mañana al despertar pensé sentir un alivio, una mejoría de la noche anterior. Sin embargo al desenvolverse el día descubrí estar equivocada.

Aun te pienso igual o mas que ayer; aun no he parado de necesitarte. Ya lo se que no me has dado razón para extrañarte. Ya lo se que nadie se muere de desamor y desaire. Mi único aliado será el tiempo, ya que algún día cesaré de esperar novedades tuyas. Hasta que ese día llegue, pasaré callando mi tristeza e ignorando tu memoria.

No puedo negar lo mucho que me duele abrir los ojos. Habría jurado que nuestra historia era real—lo sentía en mis entrañas—de esta manera el amor nos ciega y nos engaña. Jamás sentiste lo que yo sentí por ti.

Perdí la cuenta de los besos y las despedidas, pero hoy es definitivo. Reconozco haber tocado fondo. Olvidé mi orgullo y me comporté como una pésima perdedora. De esta manera el amor nos cambia, nos vacía.

A pesar de todo, no me arrepiento de nada que me haya hecho sonreír. Y tú—tú me hacías sonreír como una tonta.

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