Drive.

Grieving in his name has taught me that in the end of it all, people always leave. No matter who is there for you to fall back on and despite of whatever kind words are whispered into your ear, it is ultimately your own responsibility to bounce back and pick yourself up. People always leave. Sooner than later you are left to fend for yourself, to lift your own spirits and peddle forward.

You can hang onto someone—cling onto him like no other—in hopes that they don’t ever let go. Yet deep down you know he let go a long time ago. This time around was only courtesy and compassion, and you recognize it’s only momentary before he lets go for good. You try to tell yourself that day is nowhere near, that it will probably never come, but deep down and in your heart of hearts you already know the answer.

You begin asking why you allowed yourself to get this far, why you knocked on a door that was already shut. It’s too late now for questions and blame. You find yourself doing corny yet sweet things, only to drive back home in silence. You and your heart are officially dumb.

Entre sueños y deseos

Entre sueños y deseos pensaba…

Tú hablas el lenguaje de mi dolor, y a ti me aferro de tal manera que quizás sea mi autodestrucción. Como no arriesgarme si carezco del toque de tus manos, de tu aliento. Carezco de ti.

Quisiera dormir junto a ti. Imaginarlo me da confort, una paz indescriptible. Deseo dormir a tu lado.

Quisiera cubrirme entre tus brazos, cerrar los ojos y que besaras mis lagrimas. Tus labios lentamente rozarían mi frente, mi mejilla, hasta aterrizar en mi boca. Quisiera soñar a tu lado, contigo.

Quisiera que mitigaras mi dolor, utilizando tu sudor y saliva como borrador. Tu boca acariciaría mi espalda, recorrería mi cuello, pulsaría en mi pecho, hasta atravesar cada esquina de mi cuerpo. Quisiera que soñáramos un mismo sueño, en una sola cama, empapados en deseos.

Sólo pensaba

Juro qué llorare el día que cumpla treinta. A mis casi veinticinco todavía no se sí la vida en realidad es corta o si simplemente la vivimos muy rápidamente, agobiados con rutinas y estrés. A estas alturas e aprendido lo básico y necesario: Una, nunca es tarde, y dos, no creas todo lo que te dicen y menos lo que ves. Varios años atrás una persona me dijo que yo, supuestamente, tengo una alma vieja. Puede ser, sí es que crees en esas cosas. Será que por eso tengo buena intuición, en la que confió y raramente me ha fallado. También eso e aprendido: la intuición es poderosa. Habían años en los cuales me preguntaba si en verdad me realizaría como persona y como profesional, y hasta lo dudaba. Sin embargo nunca e sentido más inspiración y motivación que hoy. Se qué me a tomado tiempo para llegar a donde estoy; se que falta aún más tiempo para alcanzar lo que anheló–estoy totalmente dispuesta.