Entre sueños y deseos

Entre sueños y deseos pensaba…

Tú hablas el lenguaje de mi dolor, y a ti me aferro de tal manera que quizás sea mi autodestrucción. Como no arriesgarme si carezco del toque de tus manos, de tu aliento. Carezco de ti.

Quisiera dormir junto a ti. Imaginarlo me da confort, una paz indescriptible. Deseo dormir a tu lado.

Quisiera cubrirme entre tus brazos, cerrar los ojos y que besaras mis lagrimas. Tus labios lentamente rozarían mi frente, mi mejilla, hasta aterrizar en mi boca. Quisiera soñar a tu lado, contigo.

Quisiera que mitigaras mi dolor, utilizando tu sudor y saliva como borrador. Tu boca acariciaría mi espalda, recorrería mi cuello, pulsaría en mi pecho, hasta atravesar cada esquina de mi cuerpo. Quisiera que soñáramos un mismo sueño, en una sola cama, empapados en deseos.

Ciertas luces nunca se apagaran

Creo que ciertas personas forman parte de nuestras vidas sin necesidad de penetrarlas. Cada ser, para bien o para mal, es una luz que nunca se apagara. Luces cuales iluminan; luces cuales no cesan de brillar. Cuando se despiden de nosotros–cuando se desprenden–nos entristecemos pero seguimos su eterna luz.