Te escucho
en medio del silencio.
Te siento
a pesar de la distancia.
Tu nombre
engravado en mi mente.
Y se
Te diré
pocas palabras.
Intercambiaremos
un par de miradas.
Las suficientes
para alinear dos almas
Y desprendernos.
Te escucho
en medio del silencio.
Te siento
a pesar de la distancia.
Tu nombre
engravado en mi mente.
Y se
Te diré
pocas palabras.
Intercambiaremos
un par de miradas.
Las suficientes
para alinear dos almas
Y desprendernos.
Enchíname la piel como solías hacerlo y haz que sin tu presencia me haga falta el aire.
Me he concedido diez minutos para pensarte, para escribirte. Hace tiempo que no le permitía a mi lapicero ser influenciado por ti. Te extraño—no hay otra forma de decirlo. Amo aquellos fragmentos que me restan de los pocos momentos en que coexistimos. En veces olvido tu rostro—pero tu mirada jamás—tu mirada jamás. Esos ojos siniestros y llenos de oscuridad que invitan a perderse. Amo aún mas aquella noche cuando te sentí en plenitud—como si hubieras puesto tu corazón en mis manos, como si hubieras desnudado tu alma hacia mi. Fue una de esas cosas que no suelen suceder, que nunca pasan. Amo tus labios y el beso que te robé, por siempre.
No hay aroma que me de paz
Ni sabor que me complazca.
No existe la melodía que me de conforte
Ni la hora que me consuele.